En la Divina Voluntad
todas las cosas tienen el mismo valor
Volumen 11 - Capítulo 3
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y le he dicho: “Dime,
oh Jesús, ¿cómo es que después de que has dispuesto al alma a sufrir, y de que
ella conociendo el bien que hay en el sufrir, ama el sufrir y sufre casi con
pasión, y cuando cree que su patrimonio es el sufrir, viviendo ella lo más bello,
Tú le quitas este tesoro?” Y Jesús:
“Hija mía, mi Amor es grande, mi régimen es insuperable, mis
enseñanzas son sublimes, mis instrucciones son divinas, creadoras
e inimitables; entonces, para hacer que todas las cosas, sean
grandes o pequeñas, sufrir o gozar, naturales o espirituales,
adquieran un solo color y tengan un solo valor, permito que
cuando el alma se ha adiestrado a sufrir y llega a amarlo, Yo le
hago pasar el sufrir como propiedad en la voluntad, así que cada
vez que Yo le mande el sufrir, teniendo la propiedad, las
disposiciones en la voluntad, se encontrará siempre dispuesta a
sufrir y a amar el sufrimiento. Así que Yo miro las cosas en la
voluntad, y entonces es para el alma como si siempre sufriera a
pesar de que no sufra; y a fin de que el gozar tenga el mismo valor
que el sufrir, y el rezar, el obrar, el comer, el dormir, en suma, todo,
porque el todo está en si las cosas son de mi Voluntad, para hacer
que cualesquiera que sean las cosas tengan un solo valor, permito
que el alma se adiestre a todas las cosas en mi Voluntad con santa
indiferencia. Así que para el alma parece que mientras Yo le doy
una cosa, luego se la quito, pero no es verdad, más bien es que en
un principio, cuando el alma no está bien adiestrada, siente la
sensibilidad en el sufrir, en el rezar, en el amar, pero cuando con
el adiestrarse pasan como propiedad en la voluntad, cesa la
sensibilidad, pero al llegarle la ocasión de tener necesidad de
servirse de estas propiedades divinas que le he hecho adquirir,
con paso firme y con ánimo imperturbable se pone a ejercitarse
en la ocasión que se presenta, como por ejemplo: ¿Se presenta el
sufrir? Entonces encuentra en ella la fuerza, la vida del sufrir;
¿debe rezar? Encuentra en ella la vida de la oración, y así de todo
lo demás.”
Según lo que dice Jesús a mí me parece así: Supongamos que yo haya recibido un don;
mientras no me decida dónde debo guardar y conservar ese don, lo miro, lo aprecio y siento
una cierta sensibilidad en amar aquel don; pero si lo conservo bajo llave, no viéndolo más
la sensibilidad cesa, pero no por esto puedo decir que el don ya no es mío, no, al contrario,
ciertamente es más mío porque lo tengo bajo llave y ya no está en peligro de que me lo roben
como antes de guardarlo. Y Jesús ha continuado:
“En mi Voluntad todas las cosas se dan la mano entre ellas, todas
se asemejan, todas están en sumo acuerdo, así que el sufrir da su
lugar al gozar y dice: ‘He hecho mi parte en la Voluntad de Dios,
haz ahora la tuya, y cuando Jesús lo quiera me pondré de nuevo
a obrar.’ El fervor dice a la frialdad: ‘Tú serás más ardiente que yo
si te contentas con estar en la Voluntad de mi eterno Amor.’ Y así
la oración al trabajo, el sueño a la vigilia, la enfermedad a la
salud, todas, todas las cosas entre ellas, una cede su puesto a la
otra para estar en acto, pero todas tienen su puesto distinto.
Además, quien vive en mi Voluntad no necesita hacer camino
para ponerse en actitud de hacer lo que Yo quiero, sino que como
cable eléctrico se encuentra ya en Mí haciendo lo que Yo quiero.”
Sierva de Dios Luisa Piccarreta, la Pequeña Hija de la Divina Voluntad
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