May 5, 2019

No hay sacrificio sin olvido de sí mismo... Vol 6 Cap 4

No hay sacrificio sin olvido de sí mismo,
y el sacrificio y el olvido de sí mismo
hacen nacer el amor más puro y perfecto

Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el niño Jesús en brazos, y una virgen que me ha extendido en tierra para hacerme sufrir la crucifixión, pero no con clavos, sino con fuego, poniéndome un carbón de fuego en las manos y en los pies, y el bendito Jesús que me asistía mientras sufría, me decía:

“Hija mía, no hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio y el olvido de sí hace nacer el amor más puro y perfecto, y siendo sagrado el sacrificio, sucede que éste me consagra al alma como digno santuario mío para hacer ahí mi perpetua morada. Entonces haz que el sacrificio trabaje en ti para volver sagrados el alma y el cuerpo, para que todo sea en ti sagrado, y conságrame todo a Mí.”


Libro de Cielo, Vol. 6, Cap. 4, Noviembre 16, 1903


2099. Es justo ofrecer a Dios sacrificios en señal de adoración y de gratitud, de súplica y de comunión: ―Verdadero sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa compañía, es decir, relacionada con el fin del bien, merced al cual podemos ser verdaderamente felices‖ (San Agustín, De civitate Dei, 10, 6).

Catecismo de la Iglesia Católica






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