Trabajo de Jesús en el alma.
Como es necesaria la correspondencia
para poder producir frutos abundantes
“Hija mía, es tanto el amor con que amo a las almas, que no apenas el alma se decide a darse a Mí, Yo la circundo de abundante Gracia, la acaricio, la conmuevo, la hago recogida, la doto de gracias sensibles, de fervores, de inspiraciones, de necesidades del corazón, y entonces el alma viéndose tan agraciada comienza a amarme, hace como un fondo de oraciones en su corazón, de prácticas piadosas y se decide a ejercitarse en las virtudes, todo esto forma un prado florido en el alma, pero mi Amo no queda contento con las solas flores, sino que quiere frutos y por eso comienza a hacer caer las flores, es decir, la despoja del amor sensible, del fervor y de todo lo demás para hacer nacer los frutos. Si el alma es fiel, continúa sus prácticas piadosas, sus virtudes, no toma gusto de ninguna otra cosa humana, si no piensa en sí sino sólo en Mí, confía en Mí, con esto pondrá el sabor a los frutos; con la fidelidad hará madurar los frutos, y con su valentía, tolerancia y tranquilidad los hará crecer y serán frutos abundantes, y Yo, el Celestial Agricultor cosecharé estos frutos y haré de ellos mi alimento, y plantaré otro huerto más bello y más florido en el que nacerán frutos heroicos, que arrancarán de mi corazón gracias inauditas. Pero si es infiel, desconfiada, se agita, toma gusto de las cosas humanas, etc., los frutos serán acerbos, insípidos, amargos, sucios y servirán para amargarme y hacerme retirar del alma.”
Libro de Cielo, Vol. 11, Cap. 124, Mayo 25, 1916
“Así tú, no apenas empieces a recibir mi Gracia, sin ni siquiera esperar a que la termine de dar, inmediatamente comienza el eco de tu correspondencia.”
Libro de Cielo, Vol. 3, Cap. 30, Enero 22, 1900
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