Esta mañana, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, la paciencia es el alimento de la perseverancia, porque la paciencia mantiene en su lugar a las pasiones y corrobora todas las virtudes, y las virtudes, recibiendo de la paciencia la actitud de la vida continua, no sienten el cansancio que produce la inconstancia, tan fácil a la criatura. Por eso el alma no se abate si es mortificada o humillada, porque rápidamente la paciencia le suministra el alimento necesario, y forma un vínculo más fuerte y estable de perseverancia. Ni si es consolada y ensalzada se eleva mucho, porque la paciencia alimentando a la perseverancia, se contiene en la moderación sin salir de sus límites. Además de esto, así como la paciencia es alimento, y hasta en tanto una persona se alimenta se puede decir que tiene vida, no está muerta; así el alma, hasta en tanto que tenga paciencia, gozará la vida de la perseverancia.”
Libro de Cielo, Vol. 6, Cap. 115, Junio 2, 1905
“Hija mía, ten paciencia, resignate en todo a mi Voluntad, y no por poco sino siempre, siempre, porque sólo la perseverancia en el bien es lo que hace conocer si el alma es verdaderamente virtuosa, sólo ella es la que une todas las virtudes, se puede decir que sólo la perseverancia une perpetuamente a Dios y al alma, virtudes y gracias, y como cadena se pone alrededor y atando todo junto forma el nudo segurísimo de la salvación; pero donde no hay perseverancia hay mucho que temer.”
Libro de Cielo, Vol. 4, Cap. 61, Marzo 30, 1901
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