Estos días pasados parecía que mi siempre amable Jesús tenía ganas de hablar de su Santo Querer, venía, decía dos palabras y huía. Recuerdo que en una ocasión me dijo:
“Hija mía, con quien hace mi Voluntad me siento como en deber de darle mis virtudes, mi Belleza, mi Fortaleza, en una palabra, todo lo que Yo soy, y si no se lo diera me lo negaría a Mí mismo.”
En otra ocasión, leyendo acerca de lo terrible del juicio, y quedando muy entristecida, mi dulce Jesús me dijo:
“Hija mía, ¿por qué quieres entristecerme?”
Y yo: “No intento entristecerte a Ti, sino a mi.”
Y Él: “¡Ah!, no lo quieres comprender, que los disgustos, las tristezas y cualquier cosa que pudiera sufrir quien hace mi Voluntad recaen sobre Mí y las siento como propias; puedo decir a quien hace mi Voluntad: ‘Las leyes no son para ti, para ti no hay juicios.’ Y si quisiera juzgarla sería como uno que quisiera ir contra sí mismo, es más, quien hace mi Voluntad, en vez de ser juzgada entra en el derecho de juzgar a los demás.”
Después ha agregado: “La buena voluntad del alma en hacer el bien es una potencia sobre mi corazón, y esta potencia me maneja tanto, que me obliga a darle lo que quiere.”
Después estaba pensando en que le gustará más al bendito Jesús, el amor o su Voluntad?”
Y Jesús: “Hija mía, sobre todo debe tener la primacía mi Querer. Mira un poco tú misma: Tienes un cuerpo, un alma, compuesta de inteligencia, de carne, de huesos, de nervios, pero no eres de frío mármol, contienes también un calor, así que el alma, la inteligencia, el cuerpo, la carne, los huesos, los nervios deben ser mi Voluntad, y el calor que contiene, el amor. Mira la llama, el fuego, la llama, el fuego debe ser mi Voluntad, y el calor que produce la llama y el fuego, el amor. Así que en todas las cosas la sustancia debe ser mi Voluntad, los efectos el amor. El uno y la otra están tan conectados juntos que no puede estar el uno sin la otra, así que cuanta más sustancia de mi Voluntad el alma contiene, más amor produce.”
Libro de Cielo. Diciembre 20, 1912, Vol. 11, Cap. 44
..“..por eso sé atenta y fiel a mis enseñanzas y no te separes jamás de mi Voluntad.”
Libro de Cielo. Mayo 24, 1924, Vol. 16, Cap. 63
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