Esta mañana, encontrándome toda oprimida y sufriente, sobre todo por la privación de mi dulce Jesús, después de mucho esperar, en cuanto lo he visto me ha dicho:
“Hija mía, el verdadero modo de sufrir es no mirar de quién vienen los sufrimientos, ni qué cosa se sufre, sino al bien que debe venir de los sufrimientos. Este fue mi modo de sufrir, no miré ni a los verdugos, ni al sufrir, sino al bien que quería hacer por medio de mi sufrir, aun a aquellos mismos que me daban el sufrimiento, y mirando el bien que debía producir a los hombres desprecié todo lo demás y con intrepidez seguí el curso de mi sufrir. Hija mía, este es el modo más fácil y más provechoso para sufrir no sólo con paciencia, sino con ánimo invicto y animoso.”
Libro de Cielo. Marzo 19, 1901, Vol. 4, Cap. 59
“Amada mía, no hay cosa que me sea más querida y agradable que un corazón justo que me ama, y viéndome sufrir me pide sufrir ella lo que sufro Yo, esto me ata tanto y tiene tanta fuerza sobre mi corazón, que por recompensa le doy todo Yo mismo, y le concedo las gracias más grandes y lo que ella quiere.”
Libro de Cielo. Febrero 24, 1902, Vol. 4, Cap. 111
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