Habiendo recibido la comunión estaba diciendo: “Señor, tenme siempre estrechada contigo, porque soy demasiado pequeña, y si no me tienes estrechada, siendo pequeña puedo extraviarme.”
Y Él: “Quiero enseñarte el modo como debes estar conmigo: Primero debes entrar dentro de Mí y transformarte en Mí, y tomar lo que encuentres en Mí. Segundo, cuando te hayas llenado toda de Mí, sal fuera y obra junto conmigo, como si Yo y tú fuéramos una sola cosa, de modo que si me muevo Yo, muévete tú; si pienso, piensa tú en la misma cosa pensada por Mí; en suma, cualquier cosa que haga Yo la harás tú. Tercero, con esto que hemos obrado juntos, aléjate por un instante de Mí y ve en medio de las criaturas, dando a todos y a cada uno todo lo que hemos obrado juntos, esto es, dando a cada uno mi Vida Divina, regresando rápidamente en Mí para darme a nombre de todos toda aquella gloria que deberían darme, rogando, excusándolas, reparando, amando; ¡ah! sí, ámame por todos, sáciame de amor; en Mí no hay pasiones, pero si pudiera tener alguna pasión, la sola y única pasión sería el amor. Pero el amor en Mí es más que pasión, es mi Vida, y si las pasiones se pueden destruir, la vida no. Ve en qué necesidad de ser amado me encuentro, por eso ámame, ámame.”
Libro de Cielo, Vol. 8, Cap. 24, Feber 9, 1908
“Hija mía, cuando el alma se sirve de mi Humanidad como medio para obrar, aunque sea sólo un pensamiento, un respiro, un acto cualquiera, son como tantas gemas que salen de mi Humanidad y se presentan ante la Divinidad, y como salen por medio de mi Humanidad, tienen los mismos efectos de mi obrar cuando estaba sobre la tierra.”
Libro de Cielo, Vol. 4, Cap. 91, Octubre 8, 1901
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