La Divinidad de Jesús en su Humanidad descendió en el abismo más profundo de todas las humillaciones humanas, y divinizó y santificó todos los actos humanos
Esta mañana estaba ofreciendo todas las acciones de la Humanidad de Nuestro Señor para reparar todas nuestras acciones humanas hechas, o indiferentes sin un fin sobrenatural, o bien pecaminosas, para impetrar que todas las criaturas hagan sus acciones con la intención y unión de las acciones de Jesús bendito, y para llenar el vacío de la gloria que la criatura debiera dar a Dios si esto hiciera. Mientras esto hacía, mi adorable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, mi Divinidad en mi Humanidad descendió en el abismo más profundo de todas las humillaciones humanas, tanto que no hubo ningún acto humano, por cuan bajo y pequeño, que Yo no divinizara y santificara. Y esto para restituir al hombre redoblada soberanía, la perdida en la Creación, y la que le adquirí en la Redención. Pero el hombre siempre ingrato y enemigo de sí mismo, ama el ser esclavo en vez de soberano, mientras que podía con un medio tan fácil, esto es con la intención de unir sus acciones a las mías, volver sus acciones merecedoras del mérito divino, de ellas hace un desperdicio y pierde la divisa de rey y la soberanía de sí mismo.”
Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado en mí misma.
Libro de Cielo, Vol. 6, Cap. 84, Noviembre 29, 1904
“Hija mía, cuánto amo a las almas, mira, la naturaleza humana estaba corrompida, humillada, sin esperanza de gloria y de resurgimiento, y Yo quise sufrir todas las humillaciones en mi Humanidad, especialmente quise ser desnudado, flagelado y que a pedazos cayeran mis carnes bajo los azotes, casi deshaciendo mi Humanidad para rehacer la humanidad de las criaturas, y hacerla resurgir llena de vida, de honor y de gloria a la vida eterna. ¿Qué otra cosa podía hacer y que no haya hecho?”
Libro de Cielo, Vol. 7, Cap. 76, Enero 13, 1907
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