Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús mientras se mantiene oculto me quiere toda atenta a Él y a rezar continuamente por mis hermanos, y mientras rezaba y lloraba por la salvación de los pobres combatientes, queriéndome estrechar con Jesús para suplicarle de tal manera que ninguno de ellos se perdiera, llegaba a decirle desatinos. Y Jesús, si bien afligido, parecía que gozaba por mis insistencias y como que cedía a lo que yo le pedía, pero un pensamiento ha volado en mi mente: “Que yo debería pensar más bien en mi propia salvación.” Y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, mientras pensabas en ti has producido una sensación humana, y mi Voluntad toda Divina la ha notado. En mi Voluntad todo se resuelve en amor para Mí y para el prójimo, no hay cosas propias, porque conteniendo sólo mi Voluntad, el alma contiene para sí todos los bienes posibles, y si los contiene, ¿por qué pedírmelos? ¿No es justo más bien que se ocupe en rezar por quien no tiene? Ah, si supieras por qué desgracias pasará la mísera humanidad, serías más activa en mi Voluntad en pro de ella.”
Y mientras esto decía me hacía oír todos los males que están maquinando los masones en contra de la humanidad.
Libro de Cielo, Vol. 11, Cap. 95, Junio 6, 1915
“El amor del prójimo mucho le agrada a mi corazón, pero debe estar tan unido al mío, que debe formar uno solo, sin poderse distinguir uno del otro; pero aquel otro amor al prójimo que no está transformado en mi amor, Yo no lo miro como cosa que me pertenezca.”
Libro de Cielo, Vol. 2, Cap. 20, Mayo 7, 1899
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