Jul 5, 2019

Como nos podemos consumir en el amor Vol. 11 Cap. 18




Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando cómo nos podemos consumar en el amor, y el bendito Jesús al venir me ha dicho:

“Hija mía, si la voluntad no quiere otra cosa que a Mí solo, si la inteligencia no se ocupa de otra cosa que de conocerme a Mí, si la memoria no se recuerda de otra cosa sino sólo de Mí, he aquí consumadas las tres potencias del alma en el amor. Así también de los sentidos: Si habla sólo de Mí, si escucha sólo lo que se refiere a Mí, si se gustan sólo las cosas mías, si se obra y se camina sólo por Mí, si el corazón me ama sólo a Mí, si los deseos me desean sólo a Mí, he aquí la consumación del amor formada en los sentidos. Hija mía, el amor tiene un dulce encanto y hace al alma ciega a todo lo que no es amor, y la vuelve toda ojo a todo lo que es amor, así que para quien ama, cualquier cosa que la voluntad encuentra, si es amor se vuelve todo ojo, si no, se vuelve ciego, tonto y no comprende nada; así la lengua, si debe hablar de amor se siente correr en su palabra tantos ojos de luz y se hace elocuente, si no, se vuelve balbuceante y termina por enmudecer; y así de todo el resto.”


Libro de Cielo, Vol. 11, Cap. 18, Mayo 9, 1912



“Cuánto desorden reina en las tres potencias del alma humana! Se puede decir que nos han cerrado las puertas en la cara, que han puesto barricadas en los caminos para impedirnos el paso y romper con Nosotros las comunicaciones, mientras que estas tres potencias fueron el don más grande que le hicimos al crearla, estas tres potencias debían servir para comprender a Aquél que las había creado para hacer crecer al alma a su semejanza, y transfundida su voluntad en la de su Creador darle el derecho de hacerla reinar. He aquí el por qué el Supremo Querer no puede reinar en el alma si estas tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad, no se dan la mano entre ellas para regresar a la finalidad por la cual Dios las ha creado. Por eso ruega a fin de que estas tres potencias regresen al orden y a la armonía de su Creador, para que así mi Supremo Querer pueda reinar con su pleno triunfo.”


Libro de Cielo, Vol. 19, Cap. 46, Agosto 12, 1926






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