Apr 5, 2019

Acerca del conocimiento de nosotros mismos Vol 2 Cap 28



El favor más grande que puedo hacer a un alma es el hacerse conocer a sí misma. El conocimiento de sí y el conocimiento de Dios van de la mano, por cuanto te conozcas a ti misma otro tanto conocerás a Dios. El alma que se ha conocido a sí, viendo que por sí misma no puede obrar nada de bien, esta sombra de su ser la transforma en Dios y de esto sucede que en Dios hace todas sus operaciones. Sucede que el alma está en Dios y camina junto a Él, sin mirar, sin investigar, sin hablar; en una palabra, como muerta, porque conociendo a fondo su nada no se atreve a hacer nada por sí misma, sino que ciegamente sigue las operaciones del Verbo.”

A mí me parece que al alma que se conoce a sí misma le sucede como a esas personas que van en un transporte, que mientras pasan de un lugar a otro sin dar un paso por ellas mismas, hacen largos viajes, pero todo esto en virtud del transporte que las lleva. Así el alma, metiéndose en Dios, como las personas en el transporte, hace sublimes vuelos en el camino de la perfección, pero conociendo plenamente que no ella, sino en virtud de aquel Dios bendito que la lleva en Sí mismo. ¡Oh! cómo el Señor favorece, enriquece, concede las gracias más grandes al alma que sabiendo que no a sí misma, sino todo a Él atribuye. ¡Oh, alma que te conoces a ti misma, como eres afortunada!

Libro de Cielo. Junio 2, 1899, Vol. 2, Cap. 28




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