Apr 15, 2019

Inconstancia y volubilidad Vol 4 Cap 62




Esta mañana, sintiéndome toda amargada me veía aún tan mala, que casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo y único Bien, pero el Señor no mirando mis miserias, se ha dignado venir diciéndome:

“Hija mía, es a a quien quieres, pues bien, he venido a alegrarte, estémonos juntos, pero estémonos en silencio.”

Después de haber estado así por un poco, me ha transportado fuera de mí misma y veía que la Iglesia festejaba el día de las palmas, y Jesús rompiendo el silencio me ha dicho:

“¡Cuánta volubilidad, cuánta inconstancia! Así como hoy gritaron hosanna, proclamándome como su Rey, otro día gritaron crucifícalo, crucifícalo. Hija mía, la cosa que más me disgusta es la inconstancia y la volubilidad, porque esto es señal de que la verdad no ha tomado posesión de tales almas, y aun en cosas de religión puede ser que encuentren su satisfacción, su propia comodidad y el interés, o bien, porque se encuentran en tal partido, pero mañana pueden cambiar estas cosas y se pueden encontrar en medio de otros partidos, y he aquí que se desvían de la religión, y sin disgusto se entregan a sectas; porque cuando la verdadera luz de la verdad entra en un alma y se posesiona de un corazón, esta alma no está sujeta a inconstancia, es más, todo lo sacrifica por amor de aquella y para hacerse dominar por ella, y con ánimo firme desprecia todo lo demás que no pertenece a la verdad.”

Y mientras esto decía, lloraba sobre la condición de la presente generación, que peor que antes está sujeta a la inconstancia según soplan los vientos.

Libro de Cielo. Marzo 31, 1901, Vol. 4, Cap. 62





“Hoy es el día de las palmas en el cual fui proclamado Rey. Todos deben aspirar a un reino, y para adquirir el reino eterno es necesario que la criatura adquiera el régimen de sí misma con el dominio de sus pasiones. El único medio para esto es el sufrir, porque el sufrir es reinar, esto es, con la paciencia se pone en orden a sí mismo, haciéndose rey de sí mismo y del reino eterno.”

Libro de Cielo. Abril 16, 1905, Vol. 6, Cap. 101





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