Jul 17, 2019

Debiendo vivir del corazón de Jesús... Vol. 4, Cap. 35


Debiendo vivir del corazón de Jesús, 
Él le da reglas para aprender un vivir más perfecto

“Amada mía, debiendo vivir de mi corazón te conviene emprender un modo de vivir más perfecto, por eso quiero de ti:

Uniformidad perfecta a mi Voluntad, porque jamás podrás amarme perfectamente sino hasta que me ames con mi misma Voluntad, es más, te digo que amándome con mi misma Voluntad llegarás a amarme a Mí y al prójimo con mi mismo modo de amar.

Humildad profunda, poniéndote ante Mí y ante las criaturas como la última de todas.

Pureza en todo, porque cualquier mínima falta de pureza, tanto en el amar como en el obrar, todo se refleja en el corazón, y éste queda manchado, por eso quiero que la pureza sea como el rocío sobre las flores al despuntar el sol, en el que reflejándose los rayos, transmuta esas pequeñas gotitas como en tantas perlas preciosas que encantan a las gentes. Así todas tus obras, pensamientos y palabras, latidos y afectos, deseos e inclinaciones, si están adornadas por el rocío celestial de la pureza, tejerás un dulce encanto no sólo a los ojos humanos, sino a todo el empíreo.

La obediencia va unida con mi Voluntad, porque si esta virtud se refiere a los superiores que te he dado en la tierra, mi Voluntad es obediencia que se refiere a Mí directamente, tanto que se puede decir que la una y la otra, ambas son virtud de obediencia, con esta sola diferencia, que una se refiere a Dios y la otra se refiere a los hombres, las dos tienen el mismo valor y no puede estar la una sin la otra, por lo que a las dos las debes amar de una misma manera.”

Después ha agregado: “Debes saber que de ahora en adelante vivirás con mi corazón, y debes entendértela a modo de mi corazón para encontrar en ti mis complacencias, por eso te lo encomiendo, porque no es más corazón tuyo, sino corazón mío.”


Libro de Cielo, Vol. 4, Cap. 35, Noviembre 20, 1900




“Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazón, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes, Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se atribuyen a ellas mismas lo que hacen, queriéndome hacer tantos hurtos de mis gracias.”


Libro de Cielo, Vol. 1, 1899






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