La insistencia en pedir el reino del Fiat Divino
es señal de que Él quiere reinar
“Queremos el reino de tu Querer”
“Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”
(Mt: 10, 7)
Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino y quería arrollar todo, Cielo y tierra, a fin de que todos tuviesen una sola voluntad, una sola voz, un solo latido, quería animar a todos con mi voz, a fin de que todos dijesen junto conmigo: “Queremos el reino de tu Querer.” Y para obtener esto quería ser mar para hacer hablar a las aguas, sol para dar mi voz a la luz, cielo para animar a las estrellas, y hacer decir a todos: “Venga tu reino, sea conocido tu Fiat.” Quería penetrar en las regiones celestiales para hacer decir a todos los ángeles y santos, a la misma Mamá Celestial: “Trinidad adorable, hazlo pronto, no tardes más, te pedimos que tu Querer descienda a la tierra, se haga conocer y reine en ella como en el Cielo.” Ahora, mientras esto y otras cosas hacía, que sería demasiado largo ponerlo en el papel, pensaba entre mí: “¿Y por qué tanta insistencia y premura mías, que parece que no sé hacer nada si no pido su Fiat dominante sobre la tierra?” Y Jesús bendito moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, si tú supieras quien es el que te empuja, quien te hace insistir tanto, quien quisiera mover todo en ti para pedir la Vida, el reino de mi Voluntad sobre la tierra, tú quedarías maravillada.”
Y yo: “Dime quien es amor mío.” Y Él todo ternura ha agregado:
“¿Quieres saberlo? Es mi misma Voluntad la que te empuja a esto, porque Ella quiere hacerse conocer, quiere reinar, pero quiere la insistencia de su pequeña hija, que apresurándola en todos los modos y moviendo todo, la llame junto con todos, con los medios más potentes, a venir a la tierra; tus insistencias son señal e imagen de sus suspiros y de sus infinitas premuras e insistencias de que quiere darse a las criaturas, y así como tú quieres mover todo, así Ella quisiera mover todo, el mar, el sol, el cielo, el viento, la tierra, a fin de que todos movieran a las criaturas a reconocerla, a recibirla, a amarla, y Ella no apenas se vea deseada, romperá los velos de todas las cosas creadas y como Reina y Madre que suspira por sus hijos saldrá del seno de ellas, en las cuales estaba escondida, y revelándose abrazará a sus hijos y reinará en medio a ellos, dándoles bienes, paz, santidad y felicidad.”
Libro de Cielo, Vol. 23, Cap. 30, Enero 22, 1928
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