Jul 21, 2019

La palabra de Jesús es sol, nutre la mente y sacia el corazón Vol. 10 Cap. 44



DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - C -
(Lc: 10, 38-42)

"Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra" (Lucas, 10,39)

Continúo con mis días amarguísimos pero resignada a la Voluntad de Dios. Mi siempre amable Jesús, si se hace ver, es siempre afligido y taciturno, parece que no me quiere prestar atención. Esta mañana, haciéndose ver, me ponía dos aretes, tan brillantes que parecían dos soles y después me ha dicho:

“Hija amada mía, para quien está toda atenta a escucharme, mi palabra es sol que no sólo alegra el oído, sino que nutre la mente y sacia el corazón de Mí y de mi Amor. ¡Ah, no se quiere comprender que toda mi intención es de tenerlos a todos ocupados en Mí, sin poner cuidado en otra cosa. Mira a aquella, señalando a una persona, con ese modo que examina todo, pone atención a todo, se impresiona de todo, hasta de los excesos y también de las cosas santas, no es otra cosa que un vivir fuera de Mí, y a quien vive fuera de Mí, por necesidad le viene que se siente mucho a sí misma, cree hacerme honor, pero es todo lo contrario.” 


Libro de Cielo, Vol. 10, Cap. 44, Diciembre 14, 1911




"María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc: 10, 42)

Esta mañana mi adorable Jesús ha venido y me ha transportado fuera de mí misma, en medio de las gentes; ¿quién puede decir los males, los horrores que se veían? Entonces todo afligido me ha dicho: 

“Hija mía, qué peste exhala la tierra, mientras que debería ser una con el Cielo, y como en el Cielo no se hace otra cosa que amarme, alabarme, agradecerme, el eco del Cielo debería absorber la tierra y formar uno solo, pero la tierra se ha vuelto insoportable. Por eso ven tú y únete con el Cielo y a nombre de todos ven a darme una satisfacción por ellos.”

En un instante me he encontrado en medio de los ángeles y santos, no sé decir como me he sentido una infusión de lo que cantaban y decían los ángeles y los santos, y yo a la par de ellos he hecho mi parte a nombre de toda la tierra. Mi dulce Jesús todo contento, después de esto dijo dirigiéndose a todos: “He aquí de la tierra una nota angélica; cómo me siento satisfecho.”

Y mientras esto decía, como para recompensarme me ha tomado entre sus brazos, me besaba y besaba y me mostraba a toda la corte celestial como objeto de sus más queridas complacencias. Al ver esto los ángeles han dicho: “Señor, te pedimos que muestres lo que has obrado en esta alma a las gentes, con una señal prodigiosa de vuestra omnipotencia para gloria vuestra y para el bien de las almas, no tengas más escondidos los tesoros derramados en ella, y así viendo y tocando ellos mismos vuestra omnipotencia en otra criatura, pueda servir de arrepentimiento a los malos y de mayor estímulo a quien quiere ser bueno.”

Yo al oír esto me sentí sorprender por un temor, y toda anulándome, tanto que me veía como un pequeño pececillo, me he arrojado en el corazón de Jesús diciendo: “Señor, no quiero otra cosa que a Ti y estar escondida en Ti, y esto te he pedido siempre y esto te pido que me confirmes.” Y dicho esto me he encerrado en el interior de Jesús, como nadando en los vastísimos mares del interior de Dios. Y Jesús ha dicho a todos: “¿No la habéis escuchado? No quiere otra cosa que a Mí y estar escondida en Mí, este es su más grande contento, y Yo al ver una intención tan pura me siento más atraído hacia ella, y viendo su disgusto si mostrase a las gentes con una señal prodigiosa mi obra, para no entristecerla no os concedo lo que me habéis pedido.”

Los ángeles parecía que insistían, pero yo no he prestado atención a ninguno, no hacía otra cosa que nadar en Dios…” 


Libro de Cielo, Vol. 4, Cap. 89, Octubre 2, 1901





“Hija mía, tú no sabes qué significa manifestar mis verdades y por eso te maravillas de mi placer y de la fuerza irresistible que siento de manifestarme a la criatura, y quien se presta a escucharme forma mi alegría y mis delicias de conversar con ella.

Tú debes saber que cuando manifiesto una verdad mía no conocida, es una nueva creación que hago y Yo amo mucho el hacer salir de Mí los tantos bienes y secretos que contengo, pero por cuanto diga, siendo Yo aquel acto siempre nuevo, que jamás se repite, por eso siempre tengo ganas de hablar, pero mientras hablo me quedan siempre otras nuevas cosas que quisiera decir, porque lo nuevo no se agota jamás en Mí, soy siempre nuevo en el Amor, nuevo en la Belleza, nuevo en los contentos, en las armonías, nuevo en todo y siempre nuevo, y por eso no canso a ninguno, siempre tengo cosas nuevas para dar y para decir, y la fuerza irresistible que me empuja a manifestarme es mi inmenso Amor.

Dentro de un desahogo de Amor hice salir la Creación, todo lo que se ve en todo el universo estaba todo dentro de Mí, y el Amor hizo desbordar de mi interior la sombra de mi Luz y creé el sol, la sombra de mi Inmensidad y de mis armonías, y fue extendido el cielo, armonizándolo con tantas estrellas y esferas celestiales; éstas y otras cosas que creé no fueron otra cosa que mis sombras que saqué de Mí, y mi Amor tuvo su desahogo y Yo tomé gran deleite al ver lo que estaba contenido en Mí,
esparcido en pequeñas partecitas aletear sobre todo lo creado.

Ahora, ¿cuál será mi alegría al manifestar mis verdades, que no son mis sombras que salen de Mí, sino la sustancia de los bienes que contengo en Mí, que no en mudo lenguaje hablan de Mí como hacen todas las cosas creadas, sino con voz clara, sonora y elocuente hablan de Mí, y siendo mi palabra creadora, como nueva creación crean en el alma las verdades que Yo manifiesto? Si con un Fiat creé tantas cosas, y al manifestar mis verdades no es un solo Fiat que pronuncio, sino tantas palabras por cuantas se necesitan para manifestar y hacer comprender lo que quiero hacer entender.

Imagínate entonces cuál es mi contento al manifestar al alma mis verdades, que no en mudo lenguaje, sino con voz hablante manifestará a los demás mis bienes, mis verdades, para infundir en los demás el bien que ha recibido; por eso al manifestar mis verdades, mi Amor encuentra su desahogo y se pone en fiesta y amo mucho a quien se presta a escucharme.” 


Libro de Cielo, Vol. 15, Cap. 33, Julio 1, 1923





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