Trabajo de Dios en el alma
que vive en la Divina Voluntad.
Acuerdo entre Dios y la criatura
SAN BENITO, ABAD, PATRONO DE EUROPA, FIESTA
“Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?” (Mt: 19, 27)
Mi dulce Jesús con su fuerza raptora me atrae siempre en su adorable Voluntad, para hacerme recorrer la multiplicidad de sus obras, que parece que me esperan para darme alguna cosa de más de lo que me han dado, y yo quedo sorprendida de tanta bondad y liberalidad divina. Y el amado Jesús para infundir en mí mayor amor y deseo de seguir los actos de la Divina Voluntad, me ha dicho:
“Hija bendita de mi Querer, cada vez que te elevas en Ella para unirte a cada acto que ha hecho, y al suyo unir el tuyo, el acto divino surge y te da un grado de Gracia, de Amor, de Santidad, un grado de Vida Divina y de gloria; estos grados unidos forman la sustancia necesaria para formar la Vida Divina en la criatura: quién forma el latido, quién el respiro, quién la palabra, quién el ojo, quién la Belleza, quién la Santidad de Dios en el fondo del alma. Nuestros actos surgen conforme se acerca la criatura, para dar lo que poseen, con ansia la esperan para ponerse en actitud de surgir, para formar sus desahogos divinos, para ponerse y repetir los actos en ella. Así que quien se une con los actos de nuestra Voluntad Divina, nos da ocasión de ponernos a trabajar, ¿pero para hacer qué cosa? Formar nuestra Vida con nuestro trabajo en la criatura. Tú debes saber que la criatura con elevarse en nuestra Divina Voluntad, deja todo y se reduce en su nada, esta nada reconoce a su Creador y el Creador reconoce la nada que sacó a la luz, no la nada llena de cosas que a Él no pertenecen, no, y encontrándo la nada, la llena del Todo. He aquí lo que significa vivir en mi Voluntad, escombrarse de todo, y ligera volar al seno del Padre Celestial, para hacer que esta nada reciba la Vida de Aquél que la creó. Además de esto, nuestra Voluntad es nuestra Vida y nuestro alimento, y como Nosotros no tenemos necesidad de alimentos materiales, por eso Ella nos da el alimento de sus obras santas, y como la criatura es una de nuestras obras, queremos encontrar en ella nuestra Voluntad como vida, a fin de que no sólo ella, sino todas sus obras nos sirvan de alimento, y Nosotros por correspondencia le damos el alimento de las nuestras. Este alimentarse de los mismos alimentos forma el acercamiento entre Dios y la criatura, este acercamiento produce paz, comunicación de bienes, inseparabilidad; parece que el aliento divino sopla en la criatura y el de ella en Dios, y los une tanto, de sentirse como si el aliento del uno fuera uno solo con el del otro. Por eso sucede un acuerdo de Voluntad, acuerdo de amor, de obras, sentimos aquel aliento que sacamos en la creación del hombre, que interrumpió al hacer su voluntad, renacido de nuevo en la criatura, nuestra Voluntad tiene virtud y oficio de regenerar en ella lo que ha perdido con el pecado, y de reordenarla como salió de nuestras manos creadoras.”
Libro de Cielo, Vol. 30, Cap. 17, Febrero 10, 1932
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