Jul 4, 2019

Las almas pacíficas son el apoyo de Jesús Vol.11 Cap. 76


SANTO TOMÁS, APÓSTOL, FIESTA (Jn: 20, 24-29)
“¡La paz esté con ustedes!” (Jn: 20, 26)

Sintiéndome oprimida, estaba casi a punto de ser sorprendida por las venenosas olas de la turbación. Mi amable Jesús, mi centinela fiel, pronto ha corrido a impedir que la turbación entrara en mí, y gritándome ha dicho:
“Hija, ¿qué haces? Es tal y tanto el amor y el interés que tengo de mantener al alma en paz, que estoy obligado a hacer milagros para conservar al alma en paz, y quien turba a estas almas quisiera hacerme frente e impedir este milagro mío todo de amor, por tanto te recomiendo que seas equilibrada en todo. Mi Ser está en pleno equilibrio en todo, males veo, los siento, amarguras no me faltan, sin embargo no me desequilibro jamás; mi paz es perenne, mis pensamientos son pacíficos, mis palabras están endulzadas con paz, el latido de mi corazón no es jamás agitado, aun en medio de inmensos gozos o de interminables amarguras, aun el mismo obrar de mis manos en el acto de flagelar corre en la tierra inmerso en olas de paz. Así que si tú no te conservas en paz, estando Yo en tu corazón me siento deshonrado, mi modo y el tuyo no van más de acuerdo, así que me sentiría en ti obstaculizado para desarrollar mis modos en ti, y por lo tanto me harías infeliz. Sólo las almas pacíficas son mis bastones donde me apoyo y cuando las muchas iniquidades me arrancan los flagelos de las manos, apoyándome en estos bastones hago siempre menos de lo que debería hacer. ¡Ah, jamás sea, si me faltaran estos bastones, faltándome los apoyos reduciría todo a ruinas!”

Libro de Cielo, vol. 11, cap. 76, Mayo 18, 1914






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